No hay peor sentimiento
que el que no se puede describir,
aquella idea que existe, pero no puede ser creada o ni siquiera
imaginada. Entonces nos damos cuenta que no es un sentimiento, es un vacío,
una nada. No se puede describir lo que no existe, pero si no existe, ¿porque
nos agobia y nos destruye?.
Es un afán, un afán por
volver a esa nada, esa nada de la que nos despertaron abruptamente sin nuestro
consentimiento y a la que afortunada e inevitablemente volveremos. Nos vemos
entonces arrinconados, asfixiados, ahogados y humillados por algo mas grande
que nosotros, algo que fuimos y seremos.
El miedo nos obliga, nos
obliga a negarlo, aparecen sentimientos tan fuertes y sublimes como
placenteros, todo para llenar ese vacío, esa nada.
Estamos forzados a vivir
con necesidad, la necesidad de buscar lo que no existe, pues solo logramos
encontrar pequeños rastros que nos distraen hasta llegar al ansiado y
temido final.